Me hace falta el calor de tu respiración, extraño cada caricia que me rasgaba la piel y me alimentaba el alma y ya no estás. Extraño cada gesto y tu voz como el rocío de la mañana, pero no te extraño a ti. Me enceguece tu presencia, es como miedo, es como ira, es como amor del más puro.
Al final sólo agradezco que descubrí gracias a ti que el amor no es el temor a perderte sino a tenerte hasta llegar al punto de temer amarte. ¿Lo entiendes? Yo tampoco, pero espero que me entiendas porque me despido ya que sé que te amo demasiado y no puedo amarte más.
Mario Andrés Toro Quintero.
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