Confusión.

Soy minúsculo y diminuto ante tu presencia encantadora, ante ese aroma que sólo yo he logrado percibir y me pierdo en ese vaivén de tus caderas al caminar. No sé qué me pasa, no sé qué me haces pero viajo del calor al frío extremo. Pasé de una sonrisa perturbadora que parecía interminable al abrumador llanto al verme de nuevo ya sin ti. 

Me hace falta el calor de tu respiración, extraño cada caricia que me rasgaba la piel y me alimentaba el alma y ya no estás. Extraño cada gesto y tu voz como el rocío de la mañana, pero no te extraño a ti. Me enceguece tu presencia, es como miedo, es como ira, es como amor del más puro.

Al final sólo agradezco que descubrí gracias a ti que el amor no es el temor a perderte sino a tenerte hasta llegar al punto de temer amarte. ¿Lo entiendes? Yo tampoco, pero espero que me entiendas porque me despido ya que sé que te amo demasiado y no puedo amarte más. 


Mario Andrés Toro Quintero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario