Empezaré diciendo que realmente me duele mi país, no mi patria. La patria es un sentimiento sencillo y algo absurdo por el que unos se matan y otros son felices. Me duele mi país por diversas situaciones. La principal es la falta de libertad desde los inicios de la opinión pública en Colombia. Si cada uno se pone a estudiar al menos un poco de la historia de la prensa, por ejemplo, se darán cuenta que periódicos como El Espectador han sido censurados, a mediados del siglo XX para ser más específicos. Y no solo este, medios como televisión y radio han sido víctimas de amenazas, extorsiones, secuestros y asesinatos absurdos en un país donde decir la verdad es un error literalmente fatal. Es que sencillamente las personas que intentan hacer algo diferente, generar un mínimo cambio en un sistema, en una sociedad llena de mentiras y maquillajes, termina lejos o enterrada en cualquier cementerio o fosa común. Eso es una razón inmensa para sentir vergüenza.
Me atrevería a pensar que el problema está en que Colombia en sí, siempre ha sido un país de "muchas armas, pocos lápices". Ese es, para mí, el más grande error que se ha podido cometer. Pero a pesar de todo esto, muchas veces son los grupos al margen de la ley, son desde pequeñas pandillas hasta ejércitos de dos o tres mil personas las que han ganado el pulso al gobierno, y eso los justifica a fortalecer el armamento y dejar al joven sin educación pero con un fusil entre las manos, un uniforme para que no lo "pillen" y una estrategia más bien basada en "mate al primer perro guerrillero que vea, sin compasión".