Batallando pasiones.

¡Al aire las espadas de guerreros indomables! A marchar entre cantos de la lucha y las pasiones que se cortan en el aire por el miedo en las miradas de los cobardes malditos. Tira la lanza y clava en el suelo la sangre del desterrado que se quiere vengar de ese amante que vive del libertinaje y unas cervezas para la sed, para la vida. 

Entre campos de danzantes mariposas y dientes de león que observan desde el suelo, desde el cielo y desde la lejanía, no somos más que bestias sedientas de pupilas dilatadas y cielos rojizos que lloran gotas de una nostalgia tan profunda que solo al chocar contra el verde pasto quebranta el espíritu de cualquiera. ¡Desenfunden los escudos y tiren al suelo cualquier cosa que los pueda proteger de la tristeza! ¡Déjense invadir por el sentimiento y el dolor! Es justo. 

Ya veo venir hacia los árboles esos párpados caídos y las orejas rojas de palabras insensatas que solo recorrían las vías del miedo que llenaban los cuerpos cansados de un frío que casi les quemaba las entrañas y los abrumada. 

Corran, lloren, rían, vuelen. Les cito estas palabras entre versos que no riman, entre unas cuantas frases repletas de hediondez. Palabras ya cansadas de aquellos verdes campos, de aquellos guerreros asustados, de aquellos árboles que siempre estaban a la espera. 



Mario Andrés Toro Quintero.